En el relato del llamamiento de Bezaleel y Aholiab, encontramos un profundo mensaje sobre la elección divina y la importancia del arte y la creatividad en el servicio a Dios. Dios no solo escoge a Bezaleel, hijo de Uri, sino que lo llena del Espíritu de Dios, dotándolo de sabiduría, inteligencia y capacidad creativa para realizar obras artísticas que glorifican Su nombre. Este acto de elección resalta que el trabajo artístico no es meramente una tarea humana, sino un ministerio sagrado que refleja la gloria de Dios en medio de Su pueblo.
La habilidad de Bezaleel y Aholiab, junto con la de todos los artesanos, es un recordatorio de que cada don y talento proviene de Dios. En un mundo donde a menudo se subestima el valor del arte, este pasaje nos invita a reconocer que la creatividad es un reflejo de la imagen de Dios en nosotros. Así como Dios creó el mundo con orden y belleza, nosotros, como Sus criaturas, estamos llamados a crear y trabajar en armonía con Su propósito.
Además, el día de reposo se presenta como una señal de la alianza entre Dios y Su pueblo. Al observar el sábado, los israelitas no solo descansan, sino que también recuerdan que su identidad y propósito están ligados a su relación con el Creador. Este día sagrado es un acto de resistencia contra la cultura de productividad que a menudo define nuestro valor en función de lo que hacemos. En un contexto donde el trabajo puede convertirse en un ídolo, el descanso sabático nos recuerda que somos más que simples productores; somos hijos e hijas de Dios, llamados a vivir en comunión con Él.
La pena de muerte que se menciona para quienes quebranten el sábado subraya la seriedad de esta observancia. No es solo una cuestión de reglas, sino de relación. Al observar el sábado, el pueblo de Israel reafirma su compromiso con Dios y su llamado a ser un pueblo consagrado. Este pacto perpetuo es un recordatorio de que, así como Dios descansó en el séptimo día, nosotros también debemos encontrar nuestro descanso en Él, confiando en Su provisión y cuidado.
En conclusión, el relato del llamamiento de Bezaleel y Aholiab, junto con la enseñanza sobre el sábado, nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vocación y el valor del descanso. Nos recuerda que cada uno de nosotros tiene un papel en el plan divino, y que nuestras habilidades, ya sean artísticas o de otro tipo, son herramientas para glorificar a Dios. Al observar el día de reposo, renovamos nuestra identidad como Su pueblo, recordando que nuestra vida está destinada a ser un reflejo de Su amor y creatividad en el mundo.