El relato de la rebelión de Israel, tal como se narra en 1 Reyes 12, es un momento crucial en la historia del pueblo de Dios. Este pasaje no solo describe un cisma político, sino que también revela el profundo impacto que las decisiones de los líderes pueden tener en la vida espiritual de una nación. Roboán, al asumir el trono, se enfrenta a un dilema que refleja la tensión entre el poder y la responsabilidad pastoral.
Al recibir la petición del pueblo para aliviar el yugo pesado impuesto por su padre Salomón, Roboán se encuentra en una encrucijada. Su decisión de consultar primero a los ancianos, quienes le aconsejan actuar con amabilidad y servicio, contrasta drásticamente con su elección posterior de seguir el consejo de los jóvenes, que lo instan a endurecer su postura. Este cambio de dirección no solo revela una falta de sabiduría, sino también una desconexión con las necesidades del pueblo.
La respuesta de Roboán, que promete aumentar la carga, provoca una ruptura irreversible. El pueblo, al sentirse desatendido y oprimido, responde con un grito de rebelión: "¡Pueblo de Israel, todos a sus casas!" (v. 16). Este clamor no es solo un acto de desobediencia, sino un reflejo de un profundo deseo de libertad y dignidad. La decisión de Roboán de ignorar el consejo sabio y optar por una postura autoritaria lleva a la división del reino, marcando el inicio de un cisma religioso que tendrá consecuencias duraderas.
Jeroboán, al convertirse en rey del nuevo reino del norte, se enfrenta a la necesidad de consolidar su poder. Consciente de que las peregrinaciones al templo de Jerusalén podrían debilitar su autoridad, decide establecer nuevos santuarios en Betel y Dan, lugares con una rica historia en la tradición israelita. Al hacerlo, busca no solo mantener la lealtad del pueblo, sino también ofrecerles un culto que compita con el de Jerusalén. Esta acción, sin embargo, es un grave error teológico, ya que introduce la adoración de ídolos en un pueblo que había sido llamado a la fidelidad a Yahvé.
La elección de los becerros de oro como símbolos de adoración refleja una profunda influencia de las prácticas cananeas, lo que lleva al pueblo a un estado de pecado y desobediencia. La creación de un culto alternativo y la designación de sacerdotes no levitas son actos que no solo desvirtúan la adoración verdadera, sino que también establecen un precedente peligroso que se perpetuará en el tiempo. Este cisma religioso, que comienza con Jeroboán, es visto por los autores deuteronomistas como un pecado original que condena al reino del norte a la ruina.
En resumen, el relato de la rebelión de Israel y el cisma religioso que sigue es un poderoso recordatorio de la importancia de la sabiduría y la humildad en el liderazgo. Las decisiones de Roboán y Jeroboán no solo afectan su tiempo, sino que resuenan a lo largo de la historia de Israel, enseñándonos que la fidelidad a Dios y la atención a las necesidades del pueblo son fundamentales para la unidad y la prosperidad de cualquier comunidad de fe.