En el capítulo 28 de Job, se nos presenta una profunda reflexión sobre la sabiduría y su inalcanzable valor. Este pasaje, que se sitúa en un contexto de sufrimiento y búsqueda de respuestas, nos invita a considerar la sabiduría no como un mero conocimiento humano, sino como un don divino que trasciende nuestra comprensión.
A través de las imágenes del minero, que busca metales preciosos en las profundidades de la tierra, se nos muestra la dedicación y el esfuerzo que se requiere para encontrar tesoros ocultos. Sin embargo, el texto nos desafía a preguntarnos: ¿dónde se halla la sabiduría? (v. 12). Esta pregunta resuena en el corazón de todo creyente que busca respuestas en medio de la adversidad.
En un mundo que a menudo valora el conocimiento superficial y los logros materiales, este pasaje nos recuerda que la verdadera sabiduría se encuentra en una vida de obediencia y discernimiento en relación con Dios. Al apartarnos del mal y buscar su presencia, nos acercamos a la fuente de toda sabiduría. Así, el llamado a temer al Señor se convierte en un camino hacia la verdadera libertad y plenitud.